martes, 15 de marzo de 2011

arte califal

      


La mezquita de Córdoba es el edificio más significativo de la arquitectura
hispano-musulmana de la época califal y muestra de la importancia económica, política y cultural que adquirió la ciudad durante esta época, sin rival en Occidente. En ella se aprecia claramente la síntesis de elementos de las diferentes culturas (romana, visigoda, bizantina, persa y siria) que los musulmanes recogieron y emplearon de forma libre e innovadora.
Su configuración actual es producto de cuatro ampliaciones que, entre los siglos VIII y X, realizaron los emires y califas omeyas debido a la necesidad de proveer de un oratorio cómodo, sin fatigas de estrechez, a los fieles que se congregaban los viernes y los días de fiesta. El núcleo original de la mezquita fue construido por el emir Abd-el-Rahman I sobre el emplazamiento de la basílica visigoda de San Vicente entre el 785 y el 787. El oratorio presenta once naves, más ancha la central y más estrechas las extremas, perpendiculares al muro de quibla; una solución arquitectónica presente ya en la mezquita de Al-Aqsa de Jerusalén. La mezquita se completaba con un patio o sahn siguiendo el modelo de la mezquita de Damasco. El material de acarreo o reaprovechado fue fundamental en esta primera etapa utilizándole basas, fustes y capiteles de edificios romanos y visigodos.
El aspecto más interesante de todo el planteamiento fue la solución adoptada para incrementar la altura de las naves y conseguir una mayor luminosidad, mediante la construcción de dobles arquerías superpuestas: la inferior de arcos de herradura califales y la superior de arcos de medio punto. Este sistema de arquerías reposa sobre columnas completas sobre las que apoyan grandes pilares de sección cuadrada, rematados en su parte inferior por modillones de rollo. Sobre los pilares voltean los arcos que sirven de base a un muro en cuyo interior discurre el canalón del tejado. Todos los arcos destacan por su bicromía, al alternarse dovelas de piedra con otras de ladrillo. Esta ingeniosa solución constructiva se ha relacionado con cierto sistema de acueducto romano y en especial con el acueducto de los Milagros en Mérida.

Al exterior solo se ha conservado la llamada Puerta de San Esteban, transformada posteriormente. Se trata de una fachada tripartita coronada por merlones dentados y en la que se aprecian aún los restos decorativos a base de frisos y arcos ciegos. Aparece centrada por la puerta de acceso inserta en un arco de herradura con dovelas bícromas y enmarcado en un alfiz.
Esta primera fase fue completada por Hisam I (788-796) que dotó al patio o sahn de tres elementos: una galería para las mujeres, un pabellón de abluciones y el alminar junto a la puerta de ingreso. El oratorio y el patio formaban en planta un cuadrado.
La segunda etapa corresponde a la ampliación de Abd-el-Rahman II (833-848) que rompe el muro de quibla, añadiendo ocho crujías al oratorio y cerrando con galerías los flancos del patio que faltaban. Columnas y capiteles siguen siendo de acarreo fundamentalmente aunque se labran ya a propósito algunos capiteles como los que flanquean el actual mihrab.
La nueva mezquita se completa en tiempos del califa Abd-el Rahman III que en la primera mitad del siglo X agranda la superficie del patio o sahn y lo dota de pórticos; refuerza la achada de acceso al haram y construye el alminar, de planta cuadrada y doble caja de escaleras, imponiendo en Al-Andalus una torre prismática, que abandona la tipología helicoidal de Oriente y sirve de modelo a los minaretes almohades y a los campanarios mudéjares.
La tercera mezquita es la más espectacular y fue realizada por Al-Haquen II (961-966) En esta fase constructiva se agregan doce crujías más a la sala de oración, siguiendo el  procedimiento acostumbrado de derribar el muro de quibla, introduciéndose además en su tipología la planta en T, ya experimentada en la mezquita de Qayruam en Túnez. Entre otras novedades destaca la talla de capiteles de pencas. Esta nueva intervención se caracteriza con tres obras fundamentales:




 -un lucernario cubierto con una cúpula nervada.
        -la maqsura donde repite la formula anterior, con cuatro cúpulas de nervios califales apoyadas sobre trompas y estructura octogonal y delimitada con un abanico de arcos polilobulados que se entremezclan formando un encaje de piedra.
        -el mihrab, de planta octogonal, concebido en forma de habitación por vez primera en la historia del arte islámico ya que hasta entonces se reducía a una sencilla hornacina. La bóveda del mihrab se cubre con una concha, símbolo de la sabiduría divina.

En la zona de la Maksura y del mihrab se encuentra la mayor riqueza ornamental. Paredes y cúpulas están revestidas de una refinada y suntuosa decoración anicónica sobre exquisitos mosaicos de origen bizantino, regalo del emperador bizantino Nicéforo Phocas, y sobre estuco. Está constituido por ataurique o decoración vegetal, la epigrafía o caligrafía con versículos del Corán y la geométrica o de lacería.
La cuarta fase corresponde a Almanzor (987-990) que ordenará ensanchar lateralmente todo el recinto con ocho naves, ya que la proximidad del Guadalquivir le impedía alargar el frente como habían hecho sus predecesores. Este añadido por el costado le obligó también a extender el patio. El edificio ganó en capacidad, pero el mihrab quedó descentrado.

http://web.educastur.princast.es/proyectos/jimena/pj_leontinaai/arte/webimarte2/index1.htm

No hay comentarios:

Publicar un comentario